Más adelante la pieza pasa por el proceso más especial: el quemado. Se realizan 2 quemas en hornos de leña a más de 1000 grados centígrados de 1 hora y 2 horas de duración respectivamente. Esto hace que las piezas vayan agarrando una personalidad y un acabado único, algunas más cafés, unas más manchadas, otras con tonos más grises.
La pieza se despide de la familia de artesanos para viajar 470 km a la Ciudad de México, donde se convertirá en una vela. En un pequeño taller, mujeres preparan la mezcla de cada aroma y vierten la cera a mano con mucho cuidado.
En paralelo, un carpintero elabora la tabla de madera y un costurero confecciona la bolsa del empaque. Esta vela es lo más artesanal posible, y es el aura de cada una de las personas que se involucran en el proceso lo que hace que sea tan única y especial.