El recipiente fue elaborado por una familia de artesanos de Tonalá en Jalisco, quienes han trabajado la técnica de vidrio soplado de generación en generación.
Es un proceso completamente manual, conlleva varios pasos y diversas manos para crear una sola pieza. Esta técnica se llama así porque los artesanos soplan aire a través de una caña para hacer una burbuja, que da vida a las piezas.
Para su elaboración, los artesanos trituran vidrio y lo derriten durante horas en hornos que alcanzan una temperatura de 1600 ºC, hasta obtener una masa espesa y moldeable.
Cuando el vidrio llega al punto de fusión, se coloca en el extremo de un tubo metálico llamado caña, y comienzan a soplar y rodar.
El aire soplado va inflando la masa hasta crear una burbuja, a la cual se le da la figura deseada con ayuda de diferentes tipos de pinzas y tijeras.
Posteriormente, se coloca el sello de vidrio y se introduce en un horno durante más de 8 horas para terminar de endurecer la masa y obtener un buen resultado.
La pieza se despide de la familia de artesanos para viajar 517 km a la Ciudad de México, donde se convertirá en una vela. En un pequeño taller, mujeres preparan la mezcla de cada aroma y vierten la cera a mano con mucho cuidado.
En paralelo, un costurero confecciona la bolsa del empaque. Esta vela es lo más artesanal posible, y es el aura de cada una de las personas que se involucran en el proceso lo que hace que sea tan única y especial.